viernes, 20 de abril de 2012

Peldaño a peldaño.

Con algunas de mis ilusiones me ocurre lo mismo que con las galletas que mojo en el café con leche, cuando estoy a punto de llevármelas a la boca, se me rompen, se caen y me salpican, dejándome con la boca abierta y con cara de idiota.
Y es que últimamente tengo la sensación de que es posible tocar el cielo, rozarlo con la punta de los dedos y sin embargo hacerlo sin despegar los pies del mismo infierno. Cielo e infierno contenidos en poco menos de un metro sesenta. Mirar hacia arriba por no mirar hacia abajo.
Cada día subo un peldaño de esta escalera que es la vida, a veces dos e incluso tres, sin contar los que ya he subido, sin contar los que me faltan, pero cuando me canso, no puedo evitar pensar en los que usan el ascensor y suben y bajan y bajan y suben sólo con darle a un botón.
Sé que es poco práctico mirar el huerto ajeno, porque dicen que cada uno recoge lo que siembra y quien siembra vientos recoge tempestades, pero por más que riego mi huerto, que lo abono, que lo cuido, vivo con la incertidumbre de que una ventisca o una tormenta de granizo acabe con lo sembrado durante años.
También soy consciente de que la peor plaga posible es siempre la desilusión, por eso intento desayunármela cada mañana porque, si me la ceno, la termino por soñar y al despertar ni me acuerdo.
Pero soy fuerte porque sé que soy débil, porque me conozco como el peor de mis enemigos y me quiero como el mejor de mis amigos. Así que sé que siempre me tendré a mí misma, y compraré cuantas galletas necesite llevarme a la boca, subiré los peldaños de dos en dos si es preciso y haré de mi huerto un invernadero para que mi cosecha sea a prueba de tormentas.
Y si alguna vez toco el cielo con la palma de la mano y no con la punta de los dedos, me acordaré de cuando mis pies pisaron el infierno.

Sed felices que la vida es un regalo y al final solo quedan los momentos buenos.


Los que marcan son los malos pero tenemos que olvidarlos porque esta vida va sin freno.

Historias que nadie ha dicho, secretos que solo a ti te conté..

Llega mi carta de despedida, la que pensé que nunca tendría que escribir, la que planeé que moriría sin haberla pensado. Sabíamos que todo esto tendría que pasar, antes o después, me cansé... pronto, pero mejor así, la decisión le impidió al tiempo romper con nuestra historia. Final, palabra dura, pero cierta, no se podría decir de otra manera, en esta última página solo tengo palabras de agradecimiento para ti. Debería decirte todo lo que se supone que ya tienes que saber, lo que siento... ya no importa. Pero para variar un poco y que esto no sea melancólico de más diré que gracias, gracias por cada beso, gracias por haberme hecho sentir especial, por haberme dicho lo que sentías o al menos, por intentarlo. Debería darte las gracias por cada te quiero que hacía temblar mis manos y revolotear esas mariposas en mi interior, gracias por haber sido capaz de distraerme en mis clases favoritas, gracias por haberme hecho cambiar de opinión en temas que estaba equivocada, aunque ya lo sé, soy demasiado cabezona. Pero no todo era bueno, a lo mejor por eso estoy en esta situación, escribiendo en una pantalla con una mínima esperanza de que leas algo de lo que escribo. Así que voy a darte las gracias también por cada discusión, por cada frase borde, por cada palabra envenenada, por esas puñaladas que ahora ya no duelen, o eso parece, porque el pasotismo es la anestesia del corazón. Gracias por haberme dicho lo que pensabas, y por habértelo callado en diversas ocasiones, gracias también por haberme puesto en mi lugar cuando más lo necesitaba, gracias por escuchar mis problemas, aunque te hubiese hablado de la peor forma que existe, gracias por haber compartido momentos maravillosos conmigo y gracias por haberme hecho feliz... durante todo este tiempo. No puedo negar que te echaré de menos, y tampoco negaré que lo hago ahora mismo, pero tú serás más feliz sin mí y yo... aprenderé a vivir sin ti, me va a costar mucho pero, ¿por qué no voy a intentarlo? Sé que me pasé tantas veces como días tienen los meses, que no fui la mejor, pero tampoco intenté serlo. Ya empiezo a tener celos de esa persona a la que llamarás mi vida, a la que le acariciarás la mejilla dulcemente y le dirás que la amas más de lo que las palabras puedan expresar, no sé quién es, pero empiezo a odiarla. Espero que todo te vaya bien, que encuentres a esa persona que te de lo que yo no pude darte, que no discuta, que sea lo más cariñosa que pueda y que te merezca como yo no te merecí. Y a esa persona que tendrá la suerte de tenerte a su lado le diré que te cuide, como yo no supe hacerlo, que no te falle y que seáis felices. Pero quiero pedirte algo, cada vez que escuches alguna canción, de esas que tú y yo conocemos, acuérdate de mí, no te pido que sea todos los días, ni siquiera todos los meses, pero no me dejes en el baúl de los recuerdos o en el cajón del olvido. Me despido, una vez más aunque esta sea la última. La princesa ha perdido su corona.



Todos los días de mi vida.

La vida son momentos impactantes pero, y si un día, no lograras recordar ninguno. Mi teoría es que esos momentos impactantes, esos destellos que ponen patas arriba nuestras vidas, son los que acaban definiendo quienes somos. La cuestión es que cada uno de nosotros es la suma de todos los momentos que hemos experimentado con todas las personas que hemos conocido. Un momento de amor total, físico, mental y de cualquier otro tipo de amor. Pues esa es mi teoría, que esos momentos impactantes definen quienes somos. Lo que nunca me había planteado es si algún día no recuerdas ninguno de ellos.


martes, 3 de abril de 2012

#SiempreHeQuerido quererle sin límites.

Hoy por hoy, lo hago. Deseo no cansarme nunca y hacerlo por y para siempre. Nunca voy a dudar en quererle porque sé, que siempre y pase lo que pase, LE QUERRÉ.